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RODRIGO DURAND CERDA

Turismo gastronómico modalidad turística en alza

La Organización Mundial del Turismo (OMT) define el turismo gastronómico como “un tipo de actividad turística que se caracteriza porque el viajero experimente durante su viaje actividades y productos relacionados con la gastronomía del lugar. Además de las experiencias culinarias auténticas, tradicionales y/o innovadoras, el turismo gastronómico también puede incluir otro tipo de actividades, como visitar productores locales, participar en festivales gastronómicos o asistir a clases de cocina.

El enoturismo (turismo del vino), es un subtipo del turismo gastronómico y se refiere al turismo cuyo propósito es visitar viñedos, bodegas, degustar, consumir y/o comprar vino, ya sea directamente o cerca del lugar donde se produce.”

La gastronomía es el conocimiento razonado de lo que comemos y cómo lo comemos. Un área de conocimiento interdisciplinar que estudia y genera procesos físico- químicos, culturales y socioeconómicos donde el ser humano cultiva, procesa, distribuye y consume buenos alimentos y bebidas que afectan a su bienestar físico, mental y social.

La gastronomía siempre ha formado parte del turismo, pero su relación en las últimas décadas ha cambiado significativamente. En los últimos años, asistimos a un fenómeno en el que el gran interés por lo gastronómico ha supuesto que la relación turismo-gastronomía haya evolucionado hacia nuevos modelos, dando lugar a un nuevo segmento turístico – el turismo gastronómico.

La necesidad de comer nos iguala a todos, pero también nos diferencia. El turismo gastronómico surge precisamente a raíz de esta diferencia: la diferencia entre los turistas que simplemente se alimentan durante los viajes y aquellos para los que la gastronomía influye decisivamente en la elección del destino y desean saciar su apetito hedónico y cultural, más allá del fisiológico.

En las últimas décadas, el turismo gastronómico ha evolucionado superando el marco de la mesa incorporando a la oferta todos los sectores de la cadena alimentaria y turística de un destino – productores (agricultura, pescadería, etc.), empresas transformadoras (queserías, almazaras, conserveras, bodegas, etc.), el sector turístico y hostelero (restaurantes, alojamientos especializados, empresas de actividades gastronómicas, etc.), el sector de la distribución, el sector comercial (venta de productos) e incluso el sector del conocimiento.

Así, el turismo gastronómico es hoy un producto turístico muy transversal, que ha evolucionado ampliando las posibilidades lúdicas y de conocimiento que ofrecen o pueden ofrecer los productos gastronómicos locales de calidad de los diferentes territorios y las actividades que se pueden desarrollar en sus entornos productivos y transformadores.

Por tanto, el turismo gastronómico se basa en un concepto de conocer y aprender, comer, degustar y disfrutar de la cultura gastronómica identificada con un territorio. No se puede hablar de turismo gastronómico sin hablar de la identidad culinaria del terroir como elemento de diferenciación.

El territorio es el eje vertebral de la oferta gastronómica ya que sus paisajes, cultura, productos, técnicas y platos definen la identidad culinaria de los destinos – son la base y deben constituir el ADN de las experiencias turísticas que se proponen al visitante.

En la actualidad, destinos de todo el mundo desarrollan estrategias para potenciar la identidad culinaria de sus territorios e impulsar propuestas para conseguir que la gastronomía de la zona y sus singularidades permitan influir de manera importante en la decisión del turista de viajar al destino en cuestión y/o atraer a ese perfil de turista gastronómico que busca profundizar en la cultura gastronómica de los lugares que visita.

Importantes avances en la configuración de una oferta de turismo gastronómico diversa y con gran componente experiencial avalan el interés de los distintos sectores implicados en el turismo gastronómico para su desarrollo.

Desde la perspectiva de la demanda, uno de los mayores obstáculos para cuantificar al turista gastronómico y medir el impacto del turismo gastronómico en el mundo, es la inexistencia de una definición consensuada del turismo gastronómico y de una metodología definida y homologada para que sea comparable. No obstante, estudios de mercado y estadísticas disponibles en algunos destinos tienen en común atestar claros índices de crecimiento de los turistas denominados gastronómicos e indican además que son turistas que consumen por encima de la media, exigen y valoran la autenticidad y rechazan la uniformidad.

Así, la gastronomía ha pasado a ser un reclamo imprescindible para la diferenciación y la atracción de los destinos turísticos, y el turismo gastronómico se ha convertido en un segmento de mercado en sí mismo.

Hoy en día existe un amplio consenso en la capacidad que ostenta el turismo gastronómico para contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en los destinos y una inmensa oportunidad de desarrollar esa contribución en áreas como el desarrollo rural, el crecimiento económico, la creación de empleo o el consumo y la producción responsables.

Nos encontramos, por tanto, ante un escenario en el que la gastronomía se concibe como un gran activo para los destinos turísticos y el turismo gastronómico ofrece grandes oportunidades a todo el sector y a la sociedad en general. Pero también en un escenario turístico tremendamente cambiante, en el que hoy en día es más necesario que nunca planificar y definir estrategias que marquen la hoja de ruta a seguir tanto en los destinos turísticos gastronómicos consolidados como en los emergentes.

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